domingo, 12 de enero de 2020

4º ESO: FRANKESTEIN Y DRÁCULA, ¿HERMANOS DE SANGRE?



Antes de empezar, os dejo aquí el enlace a la obra completa de Frankestein en pdf

FRANKESTEIN Y DRÁCULA,

¿HERMANOS DE SANGRE?





Dos exitosos escritores, la británica Mary Shelley y el irlandés Bram Stoker, se apoyaron en dos mitos de la literatura de terror y en una misma tradición cultural originaria de Europa del Este para inventar a sus monstruos.

¿Qué tienen en común Frankestein y Drácula?

La mujer crea en su obra a Adan, un zombi de casi dos metros y medio de altura quien fue abandonado desde su nacimiento y repudiado por su aspecto y fue creado en laboratorio por un doctor loco de apellido Frankestein que al reunir partes de distintos cuerpos le daría vida.
Asustado, vaga por el bosque en busca de alguien que le acepte por quién es y no por su semblante. A kilómetros de distancia, Stoker se inspiró en un elegante y sofisticado conde llamado Drácula que se vale de la noche para aterrorizar a los vecinos y alimentarse con su sangre.
Supuestamente, las obras de ambos dramaturgos se ciñen en una costumbre cultural gótica, fenómeno social acontecido en Gran Bretaña en el siglo XIX,como las Penny Dreadful, una serie de la televisión británica-estadounidense de suspense, cuya invención está ambientada en el Londres victoriano.
Según el profesor de la Universidad de Exeter, Nick Groom argumenta en su reciente libro que las dos ficciones son realmente hermanas de sangre, ya que hay caracteres vampíricos de la imagen icónica narrada por Shelley en su novela divulgada en 1818.
Aunque Frankestein apareció 80 años antes que Drácula, los orígenes de la obras son textualmente iguales, dice Groom, quien considera que los vampiros no fueron concebidos por los autores, sino por médicos y funcionarios entre 1720 y 1730.
Esto no solamente desató una amplia discusión médica, sino también llamó la atención de filósofos y teólogos, ya que los primeros datos que se inscriben sobre dichos clásicos eran que los vampiros se levantaban de entre los muertos y asfixiaban a sus más cercanos amigos o familiares antes de chuparles la sangre.
Hubo una alarmante cantidad de testigos quienes afirmaban la presencia de estas criaturas de la noche y los médicos confundidos, buscaban evidencias forenses sobre ellas.
Por una parte Mary Shelley ideó a Adan, un monstruo que imitaba las habilidades de los chupadores de sangre, atacando a los parientes más cercanos de su creador Víctor, para finalmente ser quemado en una hoguera.
En el siglo XVIII se estimaba que la cremación era una manera segura de deshacerse de la criatura, método que se legitimó después en 1885.
La autora también introdujo los avances de la medicina y la ciencia en su novela, atraída por las pesquisas del doctor John Polidori creador del vampiro romántico y las ideas de anatomía de su pareja, Percy Shelley.
Como señala el experto, el primer cuento de vampiros en inglés y Frankestein fueron concebidos durante el verano de 1816 en una villa a orillas del lago Lemán. Las dos historias guardan similitudes que han sido obviadas. El artífice de Víctor Frankestein no es evidentemente un monstruo, pero está metido en un aura psicótica de vampirismo.

Por otra parte, el conde Drácula, un muerto viviente o vampiro de Transilvania fue fundamentado en un personaje histórico llamado Vlad Tepes, conocido como Vlad el Empalador, un cruel príncipe de Valaquia en el siglo XV, cuyos cuentos, que se escuchaban en Europa oriental, eran aterradores.
Vlad acostumbraba a someter a sus enemigos a pena de muerte por empalamiento (técnica de ejecución donde la víctima era traspasada con una estaca en cualquier parte del cuerpo).
La historia relata a un elegante conde Drácula, quien recibe en su castillo a Jonathan junto con su prometida Mina. El anfitrión resulta enamorarse locamente de la mujer y con sus artimañas logra seducirla y convertirla en vampiro igual que él.
Un doctor amigo de la pareja valiéndose de sus conocimientos sobre vampiros, busca en los aposentos del conde y consigue un ataúd donde vivía Drácula realmente y antes del atardecer corta su garganta con un cuchillo kukri mientras Quincey, otro amigo de Jonathan, lo apuñala en el corazón.

Previamente y a petición de la joven, el corazón es atravesado por una estaca para salvar su alma.

Más allá de los argumentos hay una historia tras estas creaciones. Cuentan historiadores que Lord Byron y John Polidori, junto con la pareja Percy y Mary Shelley, acostumbraban a mantener veladas nocturnas donde debatían sobre temas de la vida.
En una oportunidad decidieron relatar cuentos de terror aprovechando el clima, la borrasca y además el ambiente fúnebre de la mansión que ayudaba a la imaginación.
Esa noche Byron retó al grupo a escribir un relato de terror cada uno. Solamente Mary asumió el reto e inspirada por una pesadilla sobre un ser que volvía a la vida después de una descarga eléctrica, escribió Frankestein que concluyó años más tarde.
Stoker tuvo el concepto de su novela desde 1890 aunque tardó siete años en publicarse. Esta se plasmó en notas de libretas, diarios y servilletas. Sugestionado por una chica llamada Mercy considerada la última vampira de Nueva Inglaterra, completó la obra que tenía gran parte planificada en su mente.
Curiosamente los novelistas nunca se conocieron, de hecho Shelley murió cuando Stoker era un niño de cuatro años.
Con el tiempo sus relatos adquirieron prestigio y como se sabe cada personaje tiene un origen, pero el convertirse en íconos se debe en buena parte a la industria del cine. Legendarios actores como Bela Lugosi y Boris Karloff fueron los garantes de germinar en los estudios de Hollywood dos interpretaciones contemporáneas del mito en 1931.

Drácula y Frankestein: Fueron tan magistrales que sellaron para siempre sus carreras y personalidades.


También hubo escritores de la televisión que popularizaron una comedia donde los dos personajes clásicos de la literatura de terror, cohabitaban como familia con nombres propios. Drácula (Sam) y Frankestein (Herman Monster), suegro y yerno respectivamente. La serie se denominaba ‘The Munsters’ era presentada en la CBS y como contraparte, la cadena ABC también tenía su propuesta ‘The Adams family’.
Frankestein y Drácula forman parte de una creación simbólica del horror moderno, son los ideales de una sociedad que anhelaba descubrir los secretos de la naturaleza, inmortalidad y experimentación científica.




ACTIVIDADES SOBRE LA LECTURA DE DRÁCULA


DESPUÉS DE LA LECTURA 


1 Una vez leído Drácula, ¿cuál crees que es su tema fundamental? ¿Por qué? 

Drácula puede leerse como un relato sobre la lucha del bien contra las fuerzas del mal, representadas por los vampiros. Es también una historia sobre el conflicto entre las antiguas supersticiones, que van perdiendo fuerza, y la implantación de las ideas modernas en la Inglaterra victoriana. El conde Drácula tiene unos poderes sobrenaturales que la mayoría de los personajes de la novela no reconoce al principio. El doctor Seward, que lo aborda todo desde un punto de vista científico, asume que la enfermedad de Lucy ha de tener una explicación lógica. Pero Van Helsing, que también es un científico, está convencido de que a Lucy le ocurre algo más siniestro, y de que la medicina sola no puede curarla. Recurre, pues, a una serie de supersticiones, como el ajo y la estaca de madera hundida en el corazón, y a símbolos religiosos como la cruz y las hostias consagradas. Además, sus compañeros y él utilizan toda suerte de inventos modernos, como las armas de fuego y los trenes, para derrotar al malvado conde. Un tema menor que surge de vez en cuando en la novela es la idea de que el genio y la locura tienen aspectos en común. Así, por ejemplo, Van Helsing y Renfield, el brillante profesor y el maníaco zoófago, son los dos únicos personajes del libro que creen desde el principio en la existencia y en los poderes de Drácula. Renfield toma la decisión de servirle, y Van Helsing la de luchar contra él con todas sus fuerzas.

 2 En su castillo, el conde Drácula se ausenta al llegar el día. Sin embargo, a lo largo de la novela se le ve varias veces a la luz del sol. ¿Cómo puedes explicarlo? ¿Por qué crees que lo hace? 

Suele creerse que los vampiros entran en combustión y arden al contacto con la luz solar. Es una creencia fomentada por el cine, ya desde la primera película de vampiros: el muerto viviente que se estremece al recibir un rayo de sol y se carboniza. Sin embargo, en la novela original no ocurre así. Al amanecer, el conde ve muy mermadas sus capacidades y prefiere descansar, pero no muere, y es capaz de seguir cometiendo sus fechorías.

 3 Drácula es un personaje literario, parcialmente basado en un personaje histórico, el sanguinario Vlad Tepes. ¿Se te ocurren otros ejemplos de personajes literarios basados en personajes reales? Cita algunos. 

Respuesta libre. Indicamos algunos ejemplos: Robinson Crusoe, el protagonista de la novela del mismo título de Daniel Defoe (1660-1731), se basa en la aventura de un náu- 28 frago auténtico, Alexander Selkirk, a quien Defoe llegó a conocer. El diácono William Brodie, que llevaba una vida secreta como ladrón, inspiró la novela El Dr. Jekyll y Mr. Hyde, de Robert Louis Stevenson (1850-1894). Sherlock Holmes, el detective creado por Arthur Conan Doyle (1859-1930), es un trasunto de Joseph Bell, su antiguo profesor en el Edinburgh Infirmary de la Universidad de Edimburgo, que mediante la observación precisa y la deducción lógica llegaba a averiguar datos personales de sus pacientes, antes de que estos llegaran a abrir la boca.

 4 Drácula es una novela epistolar, es decir, una novela cuya trama ha sido construida principalmente con una sucesión de cartas o epístolas, escritas por sus personajes. Naturalmente, en el libro hay otros elementos, como telegramas y recortes de periódicos, pero las cartas predominan. ¿Qué ventajas crees que puede aportar el género?

 La principal ventaja es que el lector tiene, en principio, una mayor facilidad para captar el punto de vista de cada personaje. Por contra, en manos de un escritor inexperto la técnica puede parecer repetitiva, y en alguna ocasión las historias podrían llegar a superponerse o a contarse dos veces. Llama la atención, por cierto, que Drácula, novela muy precisa en cuanto a las fechas, no cite en algún lugar el año de la acción. Otras novelas epistolares de renombre son Julia o la nueva Eloísa, de Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), Las amistades peligrosas, de Choderlos de Laclos (1741-1803), Las cuitas del joven Werther, de Goethe (1749-1832), y Pobres gentes, de Dostoyevski (1821-1881). 5 ¿Crees que los vampiros siguen siendo populares? Desarrolla el tema. Aunque el personaje de Drácula debió resultar particularmente excitante en la reprimida época victoriana, parece seguir siéndolo en la actualidad. Y es que el tema del amor que vence a la muerte tiene un interés universal. En la actualidad existen numerosas sociedades en torno a Drácula, que hacen reuniones, viajan y publican sus propios folletines. Ahí está, por ejemplo, la Sociedad Transilvana de Drácula, fundada en Bucarest en 1991, una organización internacional de gente interesada en el conde Drácula, el antihéroe de ficción de la novela de Stoker, y en la historia del príncipe Vlad Tepes o Vlad Dracula, que dio su nombre al conde. Dicha sociedad discute, analiza y celebra el mantenimiento del mito de Drácula en el mundo moderno, y tiene filiales en muchos países, desde Italia a Canadá y a Japón. Están también el Club de Fans del conde Drácula, con sede en Nueva York, la Sociedad del Conde Drácula, con base en Los Ángeles, que fomenta con premios anuales la elaboración de estudios sobre películas de terror y obras de la literatura gótica, y el Centro de Investigación sobre Vampiros, único en su género, que distribuye cuestionarios entre las personas que creen que son vampiros o que sospechan que alguien lo es, y luego los entrevista para intentar establecer un censo de vampiros auténticos. Según el Centro, en 29 Norteamérica hay de 150 a 200 «vampiros reales», y quizá unos 500 repartidos por todo el mundo. La imagen popular del vampiro ha evolucionado desde el depredador repulsivo de las antiguas leyendas hasta convertirse en una figura misteriosa, seductora y romántica. Buena prueba de ello es Crepúsculo, la novela de Stephanie Meyer, con sus secuelas correspondientes, todas ellas llevadas al cine. El tema vampírico, que tiene en Drácula su máxima expresión literaria, parece seguir disfrutando de una salud excelente. 6 Escribe tu opinión general sobre la obra, valorando los aspectos que te han atraído más y los que menos. Respuesta libre.

Extraído de:
https://www.larousse.es/catalogos/soluciones/IJ00567001_9999971349.pdf


 FRANKENSTEIN, de Mary Shelley



Frankenstein, 1816: el año que nació un monstruo


El año 1816 ha pasado a la historia como el "año sin verano". La erupción del volcán Tambora en Sumbawa (Indonesia), el 10 de abril de 1815, liberó toneladas de polvo de azufre que se extendió por todo el planeta, provocando un duradero enfriamiento que alteró el ciclo agrícola y llegó a producir hambrunas. Estos efectos se hicieron sentir incluso en Suiza. Allí, en Coligny, cerca del lago Lemán, en una elegante mansión llamada Villa Diodati, se habían instalado aquel verano un grupo de amigos llegado de Inglaterra: el poeta Percy B. Shelley; su entonces amante, Mary Godwin; el célebre escritor Lord Byron; su médico y secretario personal John Polidori, y Claire Clairmont, la hermanastra de Mary.
Como buenos románticos, los residentes en Villa Diodati amaban la Naturaleza, estaban fascinados por los avances de la ciencia y adoraban las historias de terror gótico. A causa de la climatología se vieron obligados a quedarse largo tiempo encerrados en casa y se aficionaron a pasar las veladas leyendo relatos de terror. "La lluvia incesante nos confinaba en la casa. Unos volúmenes de historias de fantasmas cayeron en nuestras manos [...] Están tan frescos en mi mente como si los hubiera leído ayer", recordaría Mary años más tarde.
También comentaban los avances de una ciencia que, por entonces, aún tenía un cierto tinte mágico. Les fascinaban en particular los experimentos científicos ligados a la electricidad, como los de Luigi Galvani, consistentes en mover las patas de una rana mediante una descarga eléctrica, así como las especulaciones de Erasmus Darwin sobre la posibilidad de devolver la vida a la materia muerta gracias a los impulsos eléctricos.
De esta forma, entre historias de fantasmas, experimentos y lecturas, el encierro fructificó generosamente el día que Lord Byron propuso que cada miembro del grupo escribiera una historia de terror. Así se hizo, y el resultado fueron dos obras maestras de la literatura fantástica: El vampiro, de John Polidori –la historia de un seductor aristócrata que deja sin sangre a todas las mujeres que caen en sus redes, antecedente del Drácula de Bram Stoker (1897)–, y Frankenstein, de Mary Shelley.

Mary Shelley, Frankenstein y la ciencia



 Apunte inicial…

Cabía esperar que Frankenstein o El moderno Prometeo, considerada la primera novela de ciencia-ficción, un género que ha ido creciendo en estos doscientos años, tuviera referencias al mundo científico, pero lo cierto es que, no sólo el contenido sino también el contexto y las fuentes de inspiración se pueden enmarcar en la ciencia y sus derroteros. Es así como se han dividido en esos tres niveles las referencias científicas de la novela.




Una atmósfera propicia. Geología y climatología.

Algo que debemos tener claro todos los lectores de Mary Shelley es que Frankenstein no hubiera visto la luz si “el año sin verano”, uno cargado de temperaturas gélidas y lluvia, no hubiera acontecido.
Durante el 5 y el 10 de abril de 1815, el monte Tambora, un volcán situado en Sumbawa, en el archipiélago indonesio, entró en erupción arrojando a la atmósfera inmensas nubes de material procedente del interior terrestre. Millones de toneladas de cenizas volcánicas y otras tantas de dióxido de azufre quedaron en suspensión en la atmósfera y dieron la vuelta a la Tierra en dos semanas. Este velo de partículas cubrió el planeta y reflejó la luz del sol, enfriando las temperaturas, atmosférica primero y  oceánica después, haciendo que 1816 pasara a ser uno de los años más fríos conocidos. Las nieves cubrieron buena parte del hemisferio norte hasta bien entrada la primavera y las bajas temperaturas echaron a perder las cosechas. Con este panorama se calcula que más de 90.000 personas murieron como consecuencia directa e indirecta de la erupción de este volcán, una de las más grandes de la historia documentada.
Pero este año sin verano no sólo trajo ruina y miseria, sino que propició un clima adecuado para engendrar a la “criatura” de una Mary Wollstonecraft (en aquel tiempo Godwin) que cruzaba los montes Jura hacia Ginebra bajo "grandes copos de nieve, espesos y veloces". A orillas del lago Lemán, pasó junto a su amante, su hermana y otros dos amigos una estancia gris, lúgubre y plomiza, en la que la mayor parte del tiempo llovió. "Los truenos estallaban de forma aterradora sobre nuestras cabezas", anotó Mary mientras pensaba en su historia de fantasmas.
William Turner. 1817-1820. La erupción del Vesubio.


Infundir una chispa de vida. Dos puntos de partida y una incógnita.

Como cualquier otra novela de ciencia-ficción, su autora se basó en dos descubrimientos en materia científica de la época.
En primer lugar hay que citar los experimentos de Luigi Galvani sobre la naturaleza eléctrica del impulso nervioso y la contracción muscular alrededor de 1780. El fisiólogo y físico italiano, tras descubrir de manera fortuita que al aplicar una pequeña corriente eléctrica a la médula espinal de una rana muerta, se producían grandes contracciones musculares en los miembros de la misma, comenzó a divulgar este hecho en diversas conferencias, animando a reproducir estos experimentos una y otra vez. A ello se uniría Giovanni Aldini, su propio sobrino, cuando en 1803 empleó la electricidad para animar los miembros de George Forster, un criminal ejecutado en Londres, y hacerlo bailar la llamada "danza de las convulsiones tónicas" ante una audiencia horrorizada.
Es así como la “electrogénesis” daría lugar a foros de discusión y controversia en toda Europa y parte de América, de los que no sólo participarían científicos reputados como Alessandro Volta, sino que también se harían extensibles a otros ámbitos. Léase el grupo de amigos que pasaron ese frío verano en Villa Diodati hablando de "la naturaleza del principio vital".
Y es que no debemos olvidar que estos cinco amigos pertenecían a círculos sociales de gran riqueza cultural. Tanto es así que Mary Shelley había asistido en 1814, a una conferencia de Andrew Crosse, un estrambótico experimentador que había transformado su propiedad campestre en un gran laboratorio eléctrico, también conocía los trabajos de William Nicholson y Humphry Davy, pioneros de la electricidad en Gran Bretaña y amigos de su padre, y que leía el Elements of Chemical Philosophy del propio Davy, del que integró algunas frases en el discurso del Dr. Waldman, el profesor de Víctor Frankenstein, en su novela.



En segundo término debemos hablar de la “resucitación cardiopulmonar”, una técnica precursora de nuestra reanimación cardiopulmonar que vio la luz a finales del siglo XVIII y con la que Mary W. Shelley estaba familiarizada. Primero, porque antes de que ella naciera, su propia madre, Mary Wollstonecraft, había sido reanimada tras intentar suicidarse arrojándose al Támesis. Y segundo porque uno de los reanimadores más conocidos, el médico escocés James Lind, fue mentor y una gran influencia para Percy Shelley durante sus años escolares en Eton.

Ante estas dos claras influencias en la concepción de Frankenstein, hay que llamar la atención sobre una tercera más controvertida, la figura de Johann Conrad Dippel. A pesar de las enormes coincidencias entre la figura del Dr. Frankenstein y este alquimista alemán de quien se cuenta que robaba cadáveres para reanimarlos con una poción de su invención, que nació precisamente en el castillo de Darmstadt (el de la novela), no se sabe con certeza si Mary se inspiró en su figura ya que, a pesar de estar documentado que ella y Percy visitaron el castillo en 1814, nunca quedó reflejado en su diario de viaje.
Cotejado o no, el caso es que todas estas coincidencias científicas nos revelan como Mary Shelley pensó en una criatura "fabricada, ensamblada y dotada de calor vital".

Los pilares científicos del discurso

Llega el turno a las interpretaciones que unos y otros hacemos de la novela y su relación con algunos aspectos de la ciencia. Aunque podemos relacionar Frankenstein con varios temas afines como la medicina regenerativa, los trasplantes de órganos, las patologías psiquiátricas (fíjense en ese Dr. Frankenstein obsesionado y enajenado), la ciencia forense, la tanatología o las patologías deformantes (recuerden el concepto quimérico de los monstruos), me he querido centrar en los tres pilares más obvios y contrastados: el científico y su universo, la ética científica y la exclusión competitiva.
Como cualquier otra obra de ciencia-ficción, esta recoge la figura de un científico que se debate entre lo personal y lo profesional. Víctor Frankenstein es un hombre de extremos cuya obsesión le lleva a una carrera a contrarreloj para alcanzar una gloria que tiene más que ver consigo mismo que con lo filantrópico. No obstante y teniendo en cuenta el panorama de la sociedad científica de la época y las grandes figuras que, como Benjamin Franklin, la abanderaban (de hecho Immanuel Kant le dio el apelativo de “el moderno Prometeo”) se intuye en la obra de Mary Shelley cierto deje hacia el progreso, es decir, el científico deja entrever los fines sociales de su obra buscando un utilitarismo manifiesto en ella a pesar del supuesto tono egocéntrico que prima en su figura. Sin duda es un debate en el que cualquier científico de ayer y hoy se ve inmerso.

Lo mismo sucede con la ética científica. Es así como el Dr. Frankenstein sufre una debacle interior al percatarse de que su toma de decisiones, en este caso científicas, tiene unas consecuencias nefastas e incontrolables, máxime cuando estas se relacionan con la creación de un organismo vivo capaz de sentir y pensar.
A mi juicio quizá sea el punto más interesante de la obra y que puede servir a científicos en ciernes a meditar sobre la causa y efecto de la Ciencia. Son pocas las personas de ciencia que no hayan entrado en el discurso de lo ético cuando se ven envueltas en la dicotomía moral. Véase la figura de Albert Einstein y sus encontradas opiniones sobre la construcción de bomba atómica antes y después de detonarla sobre Japón. Mientras que en un principio era partidario de su desarrollo, su visión cambió de manera rotunda cuando constató las nefastas consecuencias que tuvo sobre otros seres humanos.
En este punto y por hacer un apunte histórico específico relacionado con la bioética más académica, cabe destacar la inclusión de Frankenstein en esa pugna entre el mecanicismo y el vitalismo, dos corrientes que tuvieron profundas consecuencias en el pensamiento científico de la época por sus implicaciones de la definición de la vida y la muerte



Andy Warhol. 1980. Albert Einstein.

Por último debemos apuntar al carácter predictivo de Frankenstein, más concretamente sobre el “principio de exclusión competitiva”, un concepto nacido en 1930 que nos ayuda a entender la biología de las especies invasoras, pues nos habla de la competencia  por los recursos naturales entre especies diferentes que conducen a la extinción de una de ellas.
Esto se relacionaría con la escena en la que la criatura se encuentra con su creador y le solicita una compañera que mitigue su soledad. Además, el monstruo distingue sus necesidades dietéticas de las de los seres humanos y expresa su disposición a habitar en las selvas de América del Sur, sugiriendo exigencias ecológicas diferentes. El doctor Frankenstein accede inicialmente a la petición, dado que los seres humanos tendrían pocas interacciones competitivas con un par de criaturas aisladas, pero se arrepiente de su decisión después de considerar la capacidad de reproducción de las criaturas y la probabilidad de extinción humana




Punto y final

Frankenstein ha cumplido dos siglos, doscientos años de tantas cosas, que sigue siendo una obra imprescindible de la literatura, un espejo del mundo y, sobre todo, en el que contemplar nuestra humanidad.



Bibliografía

Jean Pietro Miscione. 2015. Las ranas de Galvani, la pila de Volta y el sueño del doctor Frankenstein. Hipótesis. Apuntes científicos uniandinos, 18: 54-65.

Mary Shelley. 2017. Frankenstein. Annotated for Scientists, Engineers, and Creators of All Kinds. Edited by David H. Guston, Ed Finn and Jason Scott Robert. Introduction by Charles E. Robinson. Essays by Elizabeth Bear, Cory Doctorow, Heather E. Douglas, Josephine Johnston, Kate MacCord, Jane Maienschein, Anne K. Mellor, Alfred Nordmann. 320 pp. Cambridge: The MIT Press.

Mary Shelley. 2018. Frankenstein. Ilustraciones de Elena Odriozola. Madrid: Nórdica Libros. 261 pp.

Beatriz Villacañas. 2001. De doctores y monstruos: la ciencia como transgresión en Dr. Faustus, Frankestein y Dr. Jekyll and Mr. Hyde. Asclepio, vol LIII-1: 197-211.

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