HISTORIA
DE AL-ANDALUS1
Al-
Andalus fue una civilización que irradió una personalidad propia, tanto
para Occidente como para Oriente. Situada en tierra de encuentros, de
cruces culturales y fecundos mestizajes, Al Andalus fue olvidada,
después de su esplendor como una bella leyenda que no hubiera
pertenecido a ninguno de los dos mundos. Surgió en el siglo VIII y
decayó a finales del siglo XV. Esta pujante civilización musulmana
llegó a comprender dos tercios aproximadamente del territorio
español. Se extendió por el Magreb y parte de Italia y Francia.
Estas
son las etapas cruciales de sus OCHO SIGLOS de existencia.
EL
EMIRATO Y EL CALIFATO OMEYA.
- En el siglo VIII, a través del norte de África, penetraron en la península una serie de GRUPOS Y FAMILIAS NOBLES árabes, venidas del Este, y de grupos de BEREBERES procedentes del Magreb, que paulatinamente se asentaron en tierras de Al- Andalus. El resultado fue tan peculiar y autóctono que diferenció el Islam occidental del oriental. La fusión entre árabo- bereberes e hispano-godos fue el resultado natural.
- Durante la segunda mitad del siglo VIII, se produjo una seria escisión en el mundo musulmán: una ruptura dinástica que terminó con los OMEYA gobernando en DAMASCO (Siria) y con el asentamiento de los abasíes en Bagdag (Irak).
- Un príncipe omeya, huido de Damasco, ABDERRAMÁN I, penetraría en Al- Andalus formando un nuevo Estado con base en CÓRDOBA: el EMIRATO, independizándose de la política bagdadí.
- Del año 756 al año 929 se sucedieron OCHO EMIRES en una época BRILLANTE CULTURALMENTE aunque oscurecida con diversos levantamientos muladíes2 y mozárabes3, hasta que ABDERRAMÁN III decidió fundar un CALIFATO, declarándose Emir Al Mumidin (príncipe de los creyentes), lo cual le otorgaba, además del poder terrenal, el poder espiritual sobre la umma (comunidad de creyentes).
- REINOS DE TAIFAS Y DINASTÍAS NORTEAFRICANAS. Sin embargo, no todos los sucesores de estos brillantes califas, siguieron tan acertada política, sino que dejaron desbocarse al caballo del poder. Tras veintidós años de fitna (ruptura o guerra civil) se abolió el califato. Corría el año 1031. Los hábitos secesionistas y rebeldes surgieron de nuevo con gran fuerza; La división y la descomposición se impusieron en Al- Andalus. Todas las grandes familias árabes, bereberes y muladíes quisieron hacerse con las riendas del país o, al menos, de su ciudad, surgiendo por todas partes reyes de taifas, muluk al Tawaif, que se erigieron en dueños y señores de las principales plazas. Este desmembramiento supuso el comienzo del fin para Al – Andalus, y ante semejante debilidad, los cristianos se crecieron, organizándose como nunca antes lo hicieran para combatir a los musulmanes. La primera gran victoria sobre el Islam peninsular la protagonizó Alfonso VI cuando, en 1085, se hizo con la ciudad de Toledo. La unidad étnico-religiosa lograda hasta el momento también se resintió, surgiendo mercenarios, tanto musulmanes como cristianos, dispuestos a luchar contra sus propios correligionarios.
- LOS ALMORÁVIDES Y LOS ALMOHADES. Sin embargo, en esta época, surgieron relevantes figuras en el campo del saber, y, en una constante emulación de los lujos orientales, se construyeron suntuosos palacios, almunias4 y mezquitas y se celebraron las fiestas mas comentadas, fastuosas y extravagantes de la cuenca mediterranéa. Mientras, a finales del siglo XI, en el Magreb occidental, hoy Marruecos, surgió un nuevo movimiento político y religioso en el seno de una tribu bereber del Sur, Los Lamtuna, que fundaron la dinastía almorávide (ver Ruta de los Almorávides). En poco tiempo, su actitud de austeridad y pureza religiosa convenció a gran parte de la desencantada población, y con su apoyo emprendieron una serie de contiendas logrando formar UN IMPERIO que abarcaría parte del norte de África y Al- Andalus que, a través del rey sevillano Al- Mutamid, había pedido su ayuda para frenar el avance cristiano. Encabezados por Ibn Tashfin, penetraron los almorávides en la Península, infligiendo una seria derrota a las tropas de Alfonso VI en Sagrajas (Badajoz). Pronto conseguirían acabar con los reyes de taifas y gobernar Al-Andalus, no sin cierta oposición de la población, que se revelaba contra su talante puritano y su rigidez. Algo que no le iba nada bien al hedonista y liberal pueblo andalusí. A pesar de todo, la nueva situación supuso un nuevo incremento del bienestar social y económico. Los cristianos obtuvieron mientras tanto importantes avances, conquistando Alfonso I de Aragón Zaragoza en 1118. Al mismo tiempo, los almorávides veían amenazada su propia supremacía por un nuevo movimiento religioso surgido en el Magreb: el almohade. Esta nueva dinastía se generó en el seno de una tribu bereber, procedente del corazón del Atlas que, encabezada por el guerrero Ibu Tumart, pronto se organizó para derrocar a sus predecesores. También desde Marraquech, gobernaron y se hicieron con las riendas de Al-Andalus, dotándolo de cierta estabilidad y prosperidad económica y cultural. Fueron grandes constructores y también se rodearon de los mejores literatos y científicos de la época. Sin embargo, al igual que los almorávides, terminaron por sucumbir ante la dejadez espiritual y el relajamiento de costumbres que casi siempre caracterizó a Al-Andalus.
- LA DINASTÍA NAZARÍ. Cuando el avance castellano era imparable, haciéndose el rey cristiano, Fernando III con gran parte de las ciudades andalusíes en el siglo VIII, surgió en Jaen una nueva dinastía, la nasri (nazarí), fundada por al-Ahmar ibh Nasr, el célebre Abenamar del Romancero5, que habría de procurar un nuevo respiro a los musulmanes. Asentado en la ciudad de Granada, su reino abarcaba la región granadina, almeriense y malagueña, y parte de la jienense y la murciana. Oprimido desde el norte por los reinos cristianos, y desde el sur por los sultanes meriníes de Marruecos, los nazaríes establecieron un reino inestable. A pesar de todo,Granada fue una gran metrópoli de su tiempo que acogía a musulmanes de todos los confines, y en la que se levantaron suntuosos palacios como La Alhambra -nada menos-, mezquitas y baños públicos. Siguió asombrando a propios y extraños hasta que en 1492, tras varios años de intrigas palaciegas y escaramuzas con los castellano-aragoneses que acechaban sus fronteras, el rey Boabdil, Abu Abd Allah, capituló ante los Reyes Católicos entregándoles Granada.
ROMANCE
DE ABENAMAR
-¡Abenámar,
Abenámar,
moro
de la morería,
el
día que tú naciste
grandes
señales había
Estaba
la mar en calma,
la
luna estaba crecida;
moro
que en tal signo nace
no
debe decir mentira.
-No
te la diré, señor,
aunque
me cueste la vida.
-Yo
te agradezco, Abenámar,
aquesta
tu cortesía.
¿Qué
castillos son aquellos?
¡Altos
son y relucían!
-El
Alhambra eran, señor,
y la
otra la Mezquita;
los
otros los Alixares,
labrados
a maravilla.
El
moro que los labraba
cien
doblas ganaba al día,
y el
día que no los labra
otras
tantas se perdía
desque
los tuvo labrados
el
rey le quitó la vida
porque
no labre otras tales
al
rey de la Andalucía.
El
otro es Torres Bermejas,
castillo
de gran valía;
el
otro Generalife,
huerta
que par no tenía.
Hablara
allí el rey don Juan,
bien
oiréis lo que decía:
-Si
tú quisieras, Granada,
contigo
me casaría;
daréte
en arras y dote
a
Córdoba y a Sevilla.
Casada
soy, rey don Juan,
casada
soy, que no viuda;
el
moro que a mí me tiene
muy
grande bien me quería.
Hablara
allí el rey don Juan,
estas
palabras decía:
-Échenme
acá mis lombardas
doña
Sancha y doña Elvira;
tiraremos
a lo alto,
lo
bajo ello se daría.
El
combate era tan fuerte
que
grande temor ponía.
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SOBRE EL TEMA
- Medina Azahara, misteriosa y polémica ciudad efímera de Córdoba
- El arte de los siglos XI al XV en Al-Andalus
- El arte emiral y califal en al- Aldalus
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- Documental Grandes Creaciones. Historia de Al-Andalus
OTRAS
DIRECCIONES
COMENTARIO
DEL ROMANCE DE ABENAMAR
Los
romances son poemas cantados, tradicionales, anónimos y más bien
populares, que se trasmitían oralmente de pueblo en pueblo,
incluyendo en ellos una amplia variedad temática. Circulaban en
hojas de pliego, “ciegos”, y no fueron recopilados hasta finales
del siglo XIX. Solían ser anónimos.
El
Romance de Abenámar es una de las
composiciones más destacadas del Romancero Viejo, un conjunto de
poemas anónimos elaborados durante los siglos XIV y XV donde podemos
hallar la poesía épica y la lírica tradicional. Se trata de un
romance fronterizo (romances históricos que hablan de los
hombres de la frontera, especialmente de la frontera granadina, donde
son contados los sucesos entre moros y cristianos)
y de escena, puesto que te introduce en un hecho, ya sea metafórico
o real, sin desenlace, sin continuación.
A
pesar de ser un romance fronterizo destaca por su calidad y su fuerza
poética. Son justamente estos elementos dramáticos y líricos los
que alejan al romance del estilo de la épica y le dota de una
innegable fuerza expresiva.
Se
sitúa en la época del reinado de Juan II de España, antes de la
llegada de los Reyes Católicos, en la ciudad de Granada. En un
tiempo de convivencia entre musulmanes y cristianos.
El
romance nos habla del deseo del rey Juan II de España de incorporar
Granada a su reino. Éste es mostrado a través de los diálogos del
rey con el moro Abenámar y con la ciudad de Granada respectivamente.
Granada aparece personificada y convertida metafóricamente en una
mujer.
El
romance se inicia “in media res”, un comienzo muy habitual en el
romancero, que consiste en empezar a contar los hechos por la mitad
de la historia. No hay una situación previa en el tiempo y en el
espacio. Ésta es una tarea que debe ser ejercida por el oyente o el
lector.
El
Romance de Abenámar tampoco presenta un desenlace: es una historia
abierta, sin continuación definida.
Dividido
en dos partes, que corresponden a los diálogos que sostiene el rey.
La primera parte consiste en el diálogo entre el rey y Abenámar. La
segunda parte consiste en un diálogo fantástico y de gran fuerza
poética entre el rey y la ciudad de Granada, convertida
metafóricamente en una mujer.
El
texto sigue el esquema métrico propio de los romances. Se compone de
56 versos octosílabos con rima asonante en los pares con las
siguientes figuras retóricas:
Reduplicación
del vocativo “¡Abenámar, Abenámar”
Repetición
formularia “-dárete en arras y dote / a
Córdoba y a Sevilla”
Repetición
literal “Casada soy rey don Juan / Casada que
no soy viuda”
Derivaciones
descriptivas “Moro de la morería”
Libertad
en el uso de los verbos “Por tanto, pregunta,
rey / Que la verdad te diría”
Hipérbole
“Cien doblas ganaba al día”
Personificaciones
“Si tú quisieses, Granada / Contigo me
casaría”
Anáforas
“-El Alambra / Y la otra la mezquita, / Los
otros los Alixares”
Aposiciones
descriptivas “Labradas a maravilla”
El
sentido literal es la historia de un rey que quiere incorporar una
ciudad a su reino y que a su vez, trata de cortejar a una dama; el
sentido metafórico es el deseo, la pasión, la ambición y los
intereses, así como el amor o la exaltación de la belleza. También
abunda el valor de la cortesía y la elegancia.
El
romance está dotado de un cierto lirismo que llena de expresividad
una escena que contada de otro modo carecería de brillantez y
sensibilidad. El tono ascendiente en que se expresa el deseo del rey,
la admiración y el equilibrio con el que Abenámar describe Granada,
la breve y misteriosa contestación de ciudad y mujer, que nos abre
camino al suspenso y a la imaginación…
Acuarelas
de Ricardo Gomez
No
os perdáis esta bellísima página web sobre la naturaleza, las
flores, los jardines, la botánica y la poesía andalusí
El
jardín poético andalusí
En
todo el mundo islámico hubo un marcado gusto por la naturaleza, que
se manifestó, no sólo en el cultivo de los abundantes jardines y
huertos que rodeaban las ciudades, especialmente las andalusíes,
sino en el deseo de disfrutar de esos paisajes y del bienestar que
produce su proximidad.
Así,
a partir de la segunda mitad del siglo X, la sociedad de todo el orbe
islámico solía acercarse hasta las afueras de la ciudad para
disfrutar de la naturaleza. Se podían contemplar con frecuencia
grupos familiares merendando junto a los ríos, a modo de auténticos
festejos populares.
Como
consecuencia de esa afición, iniciada anteriormente por la clase
elevada en el marco de sus almunias, se desarrolló un movimiento
poético, de influencia persa, en el que los temas florales y
jardineros fueron sus protagonistas. El género poético sobre
jardines se conoció como rawdiyyat (de rawd,
‘jardines’ en árabe). En él se aludía a los jardines en
general, pero existía otro género llamado ‘poema floral’, que
se conocía en árabe como nawriyyat, y se
refería específicamente a las flores.
Entre
los siglos X y XI abundaron los poetas de estos géneros en el mundo
islámico. Algunos de los más famosos fueron Sa`id al-Bagdadi,
de Bagdad, así como los andalusíes Ibn al-Quttiya, de
Sevilla, e Ibn Jafaya, de Alcira.
Las
metáforas florales
Los
poetas enriquecieron sus poemas con innumerables metáforas sobre las
cualidades de un jardín o de las múltiples flores que lo componían,
a veces con cierto barroquismo, pero con indudable belleza.
Veamos
algunos ejemplos sobre el jardín:
Cuántas
veces he ido en hora temprana a los jardines:
las ramas me recordaban la actitud de los amantes.
¡Qué hermosas se mostraban cuando el viento las entrelazaba como cuellos!
Las rosas son mejillas; las margaritas, bocas sonrientes; mientras que los junquillos reemplazan a los ojos.
las ramas me recordaban la actitud de los amantes.
¡Qué hermosas se mostraban cuando el viento las entrelazaba como cuellos!
Las rosas son mejillas; las margaritas, bocas sonrientes; mientras que los junquillos reemplazan a los ojos.
Ibn
Hafs al-Yaziri (s. XI)
El
arco iris del jardín poético
En la
temática del jardín que abordaron los poetas del mundo islámico,
hay una alusión constante a los colores que reviste la naturaleza
vegetal. Incluso, a veces, extraían el sentido de un determinado
lenguaje y simbología.
Les
admiraba, por ejemplo, el contraste entre el blanco y el amarillo de
la camomila. El lirio azul se comparaba con una turquesa y su color,
semejante al cielo, era considerado superior al blanco de su hermana
la azucena. El color de la violeta era indescifrable para los poetas,
y para justificarlo, los autores del siglo IX empleaban un ejemplo
alquímico: el azufre que se quema en el crisol para obtener el tono
rojo y azulado, similar al de sus pétalos. La rosa roja se revestía
en su imaginación de túnicas de coral y cornalina, como una
soberana, y cuando se mostraba en sus ramas, las rosas de otro color
palidecían de envidia.
jazmín
de olor (Jasminum
officinale):
en Al Ándalus, yasamin.Procedente
de Persia, ya se utilizaba en Al Ándalus con fines terapéuticos y
en preparados cosméticos.
azucena (Lilium
candidum):
en Al Ándalus, sawsan. Esta
flor originaria de Oriente Próximo fue muy apreciada desde la
Antigüedad debido a su belleza y a su fuerte aroma
El
jardín científico
Los
jardines también sirvieron en época de Al Ándalus como reducto de
experimentaciones botánicas destinadas a la agronomía y la
farmacopea. Para ello fueron necesarias la introducción y
aclimatación de numerosas especies desconocidas hasta entonces.
A lo
largo de los siglos VIII al XIII, los andalusíes trajeron a la
Península abundantes productos procedentes de diversos orígenes,
que abarcaban desde el Extremo Oriente hasta el Magreb. No
consiguieron aclimatar plenamente algunas especies como la pimienta,
el cinamomo, el alcanfor o el incienso, pero obtuvieron máximos
resultados con el azafrán, la palmera datilera, la caña de azúcar,
el algodón, la granada y los cítricos, entre otros. Se generaron
grandes excedentes de producción, que hicieron posible la
exportación de algunos de estos productos como el azafrán, a otros
países del orbe islámico.
Esta
aclimatación fue propiciada por los soberanos omeyas de Al Ándalus,
y más tarde por algunos emires de las distintas taifas de la
Península, que instalaban extensos jardines botánicos cerca de sus
palacios o junto a sus fincas de recreo (almunias). Para ello se
rodeaban de geóponos que se encargaban de su cuidado y desarrollo y
se convirtieron en Jardineros Reales, altamente valorados. Estos
científicos fueron estudiosos, no solamente de la botánica, sino
también del «Arte de la Agricultura», como ellos la
denominaban. El almeriense Ibn Luyun(siglo XIV) decía
acerca de la agricultura: «Alá ha puesto dentro de la Agricultura
la mayor parte de los bienes necesarios para el sustento del hombre,
y por tanto es muy grande su interés por las utilidades que
encierra».
1Al-
Andalus: tierra de vándalos, en árabe. Las
invasiones
germánicas en la península ibérica (o
invasiones
bárbaras)
surgen en el siglo
V,
en el contexto de las grandes migraciones (conocidas como invasiones
bárbaras)
que alteraron la distribución de los pueblos en Europa
y
precipitaron el final del Imperio
romano de Occidente.
La península
ibérica,
en particular, sufrió la ruptura de la organización política y
administrativa que el Imperio
romanohabía
adoptado, en las distintas provincias en que se dividía
administrativamente Hispania.
En 411
llegaron
varias oleadas de pueblos
germánicos,
denominados vándalos
y
suevos,
además de los alanos
(étnicamente
iranios),
que habían sido violentamente desposeídos de sus tierras por las
invasiones hunas
y
que, después de esa expulsión, habían vagado por Europa hacia
occidente en busca de nuevas tierras donde instalarse. Los alanos
eran oriundos de la región del Cáucaso,
los vándalos eran de origen escandinavo;
los suevos, también germánicos, estaban emparentados con los
anglo-sajones
que
en ese tiempo se instalaron en Inglaterra.
2Cristianos
convertidos al Islam
3Cristianos
que vivían entre los musulmanes
4Huerto
o granja
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